El 8 de abril, la tercera jornada levantina junto al asfixioso de José Márquez, despertamos en nuestro alojamiento que afortunadamente perdió sordidez con respecto al anterior, aunque tenía su toquecillo al tener que entrar y salir desde una gasolinera y lo inesperado de que estuviera junto a un descampado en el que reclamaban los alcaravanes durante la noche.
Aquel día nos desplazamos hasta la provincia de Valencia para conocer su famosa albufera, en la que nos esperaba
Alejandro Gómez en el centro de visitantes Racó de L'Olla. Siendo sábado yo me mantenía escéptico en cuanto a poder ver aves con tanta gente por allí, pero para mi sorpresa un observatorio con cristales espía permitía ver con toda comodidad una colonia de cría de charranes comunes junto a gaviotas reidoras y cabecinegras, mientras que los tarros blancos y los flamencos también se dedicaban a sus quehaceres frente al observatorio con toda tranquilidad.
El bullicioso ajetreo de una colonia de charranes es digno de ver en persona, con los machos acudiendo regularmente con pececillos a modo de ofrenda nupcial para los cortejos, que pudimos observar atentamente.
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Pagaza piconegra (Gelochelidon nilotica) |
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Charrán común (Sterna hirundo) |
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Flamencos (Phoenicopterus roseus) |
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Charrán común (Sterna hirundo) |
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Gaviotas cabecinegras (Ichthyaetus melanocephalus) junto a los charranes |
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Charranes dando todo su amor |
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Gaviotas reidoras dando todo su amor |
Después nos acercamos a una acequia inmunda llena de toallitas y botellas, pues es bien sabido que a las aves escasas o raras les entusiasman por algún motivo los sitios sucios y cochambrosos.
No en vano fue allí donde el pasado invierno apareció el famoso escribano enmascarado, rareza asiática que hizo que acudieran muchos observadores de aves a semejante basurero... igual que nosotros aquel día, que fuimos porque se citaban polluelas pintojas.
Pese a quedarnos allí a comernos el almuerzo no vimos las susodichas pintojas, así que tocaba ir en busca de verdaderos humedales con más lustre.
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Andarríos bastardo (Tringa glareola) |
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Garceta común (Egretta garzetta) vestida de gala nupcial |
Recurrimos a Alejandro como guía para nos indicara dónde merecía pararse en los distintos lugares, como cuando fuimos al Marjal del Moro, con su ingente cantidad de fumareles cariblancos y su playa pedregosa con canasteras, charranes y gaviotas.
La presencia de algún depredador, un ave rapaz seguramente aunque no la llegamos a ver, hizo que una apartada colonia de cría de charranes y gaviotas levantara el vuelo en dos ocasiones con un desquiciado y furioso griterío que tardaba en calmarse.
Las canasteras estaban más tranquilas en su parcela de playa, por la que pasaban volando gaviotas tan bonitas como la cabecinegra y la de Audouin.
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Fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida) |
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Gaviotas y charranes endemoniados |
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Canasteras (Glareola pratincola) |
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Charrán patinegro (Thalasseus sandvicensis) |
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Canastera (Glareola pratincola) |
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Charrán común (Sterna hirundo) |
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Canastera (Glareola pratincola) |
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Charranes patinegros y comunes |
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Gaviota cabecinegra (Ichthyaetus melanocephalus) |
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Preciosura costero-industrial |
Una tímida incursión en Castellón, para completar el viaje por toda la Comunidad Valenciana, nos llevó al Marjal de Almenara, donde sí que conseguimos ver polluelas pintojas con tres ejemplares distintos que llegaron a interactuar incluso (agrediéndose, mejor dicho).
Pasamos allí el último rato de la tarde y nos despedimos de Alejandro para irnos a nuestro último alojamiento, que subió de nivel pero nos castigó con ese gran mal de la hostelería al que yo llamo "almohada folio".
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Almenara |
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Polluela pintoja (Porzana porzana) |
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Morito con su colega la gallineta |
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Polluela pintoja (Porzana porzana) |
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Garceta común con su colega el calamón |
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Polluela pintoja (Porzana porzana) |
Para compensar el duro golpe de la almohada folio de la última noche en Valencia tuvimos por suerte una suculenta cena y nuestra dosis de pintadas agresivas y maravillosos nombres de locales.
El domingo lo dedicamos a hacer directamente el viaje de regreso a casa, tan sólo con una paradita en la manchega laguna de Manjavacas para comprobar que no encontrábamos un supuesto flamenco enano entre los muy lejanos flamencos comunes.
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