Tengo que retroceder un poco el tiempo con respecto a publicaciones anteriores para trasladarnos de nuevo al viaje Pirenaico que hice este verano con Mari Carmen.
El 31 de julio regresamos sin ninguna prisa porque, de hecho, el GPS del móvil se empecinó en guiarnos por carreteras nacionales y secundarias por la Sierra de Albarracín y los pueblecitos del interior de Valencia y Alicante. En una parada para comer en un área recreativa vimos numerosos pajarillos (incluso oí reclamos de verderón serrano) y córvidos que acudían a comer las migajas de los merenderos, destacando mucho para nosotros un pico picapinos descaradísimo que nos entretuvo una barbaridad.
Pose menos usual en la especie |
Pico picapinos (Dendrocopos major) |
Ya en Alicante, antes de despedirnos, Mari Carmen me quiso enseñar la oruga de mariposa del madroño que tiene en su campo, bien hermosota ya, y los nidos de arañas del género Hersiola mientras me contaba qué aves ve allí en sus dominios de la Sierra de Crevillent.
Una hembra adulta de Rivetina baetica, especie que por fin veía en estado adulto, fue un estupendo broche final antes de volverme para mi pueblo.
Oruga de mariposa del madroño (Charaxes jasius) |
Nidos de Hersiola sp. |
Retrato del dragoncito |
Rivetina baetica |
Hablando de mi pueblo, poco hice allí durante el horrible calor de la campiña de Jaén en agosto, pero me llevé un premio gordísimo cuando el día 24 tuve un mágico encuentro con uno de esos linces que están recolonizando sus antiguos territorios aunque hoy día estén ocupados por olivares.
Hay que extremar la precaución al conducir por las carreteras que tanto fragmentan sus dispersión, así como desterrar las odiosas prácticas de cepos, lazos, venenos y disparos intencionados.
Lince ibérico (Lynx pardinus) |
Ver un lince al lado de tu pueblo está genial, aunque casi tanto lo es comerse unas buenas croquetas en el día de tu cumpleaños.